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La energía eólica hoy aporta menos del 1% al sistema argentino. Si bien el país fue pionero en la década del 90, hoy los altos costos hacen que su crecimiento sea más lento. De todas formas una gran parte del territorio es óptimo para su generación.

 

La energía generada por el viento es una de las mejores opciones para obtener energía sin aportar dióxido de carbono al aire. En 2016, el 4 % del total del consumo de electricidad a nivel global se explicó por la energía eólica, según el reporte de la Red de Políticas de Energía Renovable para el siglo XXI (REN21).

“La Argentina tiene uno de los recursos eólicos más importantes del mundo”, asegura Mariela Beljansky, experta en bioenergías. “Nuestro país posee un lugar privilegiado en el planeta. El 70 por ciento de nuestra superficie presenta valores aprovechables en materia de generación eoloeléctrica”, subraya el ingeniero Juan Pedro Agüero.

Un informe de la revista Nex Ciencia indica que la Patagonia, la costa atlántica, las serranías bonaerenses, la región andina como La Rioja son algunos sitios excepcionales para la generación eólica. Justamente allí se encuentran los principales parques eólicos que a marzo de 2018 contaban con una capacidad instalada de 226 megavatios (MW), algo menor al 1% del total del país, según datos de la Asociación Argentina de Energía Eólica (AAEE).

 

¿Cuáles son los beneficios?

 

A diferencia de los hidrocarburos, el recurso eólico es inagotable, gratuito y no contaminante. “Su impacto ambiental es positivo porque desplaza energía convencional de la red”, dice Beljansky. “No quemás nada, por lo tanto, es una fuente más limpia y renovable”, puntualiza la doctora Bibiana Cerne, meteoróloga de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.

Su empleo disminuye el uso de combustibles fósiles, origen de las emisiones de efecto invernadero que causan el calentamiento global. “Cada megavatio-hora de electricidad generada por el viento, en lugar de por carbón, evita 600 kilos de dióxido de carbono, 1,33 kilos de dióxido de azufre y 1,67 kilos de óxido de nitrógeno”, indica el ingeniero Juan Pedro Agüero.

Uno de los inconvenientes para que la red eólica crezca con mayor rapidez es su alto costo en dólares. Argentina fue pionero en Latinoamérica: en 1994 contaba con su primer parque eólico comercial en Chubut. Mientras la producción de gas no resultaba muy caro, cualquier energía renovable quedaba con precios más altos”.

La generación de energía eólica se complica cuando el viento forma ráfagas intensas o, por el contrario, se calma demasiado.

 

Los desafíos para su producción

 

El desarrollo de energías limpias compite con cuestiones de rentabilidad. “Hay compañías que se presentan en licitaciones para solar y eólica, pero tienen trayectoria en energía térmica, quemando petróleo. Es un adicional de la empresa dedicarse a esto, pero no dejan de hacer la otra. Si no es rentable, las dejarán y seguirán con los hidrocarburos”, señala Cerne.

La generación de energía eólica se complica cuando el viento forma ráfagas intensas o, por el contrario, se calma demasiado. “La intermitencia es una de sus desventajas, porque a la demanda se la debe abastecer en todo momento”, indica Beljansky.

Un gran punto a favor de Argentina es que casi las dos terceras partes de su territorio tienen vientos medios superiores a los 5 metros por segundo, básicos para pensar en un posible uso como fuente de generación eléctrica. El potencial eólico patagónico al sur del paralelo 42 encierra una energía decenas de veces mayor al contenido en toda la producción anual argentina de petróleo, de acuerdo con el Ministerio de Energía de la Nación. Fuente: www.meteored.com.ar

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