Los recursos renovables en la matrices energéticas de las sociedades modernas transformarán el mapa geopolítico mundial estructurado en los dos últimos siglos. Pero la autonomía e independencia estará dada si hay políticas y estrategias adecuadas. Es lo que plantea el doctor en atropología social y especialista en ambiente, Marcelo Sarlingo.
“Prácticamente todos los gobiernos militares y democráticos de la historia argentina no pudieron construir soberanía energética real, y solamente se articularon a las tendencias modernizantes de manera dependiente”, analiza el doctor en Atropología Social, Marcelo Sarlingo. Consultado por Polo de Ingeniería en Energías Renovables y Tecnologías Ambientales, el investigador considera que hay motivos que son determinantes para generar el debate local: menor costo de las tecnologías, el impacto del cambio climático, políticas nacionales de reconversión energética en múltiples países, innovación tecnológica y el apoyo de los principales grupos financieros mundiales a las transformaciones promovidas por el Acuerdo de París, además del consenso social sobre el uso de fuentes limpias.
El punto de partida para analizar la situación actual fue el reciente informe publicado por la Asamblea de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), la Comisión Mundial sobre la Geopolítica de la Transformación Energética donde se indica que las consecuencias geopolíticas y socioeconómicas de una nueva era energética serán tan profundas como las que acompañaron al cambio desde la biomasa hacia los combustibles fósiles hace dos siglos.
El informe de la Comisión «Un nuevo mundo» sugiere que la transformación energética cambiará la forma de gobernar tal y como la conocemos, tras 10 meses de deliberaciones, cuatro reuniones mundiales y multitud de consultas con líderes empresariales, académicos y políticos.
Se necesitan políticas adecuadas
“El documento proporciona un ejemplo de un tipo de discurso habitual en los organismos internacionales, en los que una temática compleja requiere múltiples reducciones a la simplificación. Interesa ver el punto de partida: el reconocimiento de que la creciente adopción de las energías renovables en la matrices energéticas de las sociedades modernas transformará el mapa geopolítico mundial, estructurado en los dos últimos siglos por los procesos de producción, mercantilización y control político de los combustibles fósiles desarrollados por las sociedades dominantes en el capitalismo actual”.
Ahora, será en la “medida en que los aspectos técnicos, comerciales y financieros que estructuran el uso de las energías renovables se expandan en diversas regiones, la Global Comission” que podrán “augurar impactos positivos en materia de independencia energética, y seguridad para muchos estados”.
Ese razonamiento proviene del hecho de que “las fuentes de energía renovables están disponibles de diferentes formas para la mayoría de los países. En este sentido la abundancia y la distribución de los recursos renovables es muy diferente a la situación actual del petróleo y el gas”.
El texto reconoce que muchos países lograrán “autonomía energética o mejorarán su independencia en esta área” si se “aplican políticas y estrategias adecuadas, no sólo del acceso a cuestiones técnicas”.
El riesgo de la generación de nuevos monopolios “siempre es relativo a las dinámicas de construcción de poder en cada región, por lo que es difícil hacer prospectiva en este punto”.
Disparadores para el debate local
Marcelo Sarlingo resccata de este informe “la posibilidad de debatir localmente” ya que “las fuerzas que impulsan el crecimiento de las energías renovables son varias”. A su entender:
- el costo declinante de las diversas tecnologías, especialmente de la energía solar y de la eólica,
- los impactos de la polución ambiental y los múltiples aspectos del cambio climático,
- la implementación de políticas nacionales de reconversión energética en múltiples países, en principio comenzando como búsqueda de eficiencias energéticas internas,
- la innovación tecnológica en la producción de turbinas eólicas y en tecnológicas fotovoltaicas,
- el crecimiento acelerado de las intervenciones corporativas y el apoyo de los principales grupos financieros mundiales a las transformaciones promovidas por el Acuerdo de París (aportando un volumen de 32 trillones de dólares estadounidenses según se consigna en la página 21 del informe),
- los consensos crecientes en la opinión pública mundial acerca de los beneficios de abandonar el uso de combustibles fósiles y reemplazarlos por energías renovables.
Transición energética y civilizatoria
“Si aplicamos el buscador de palabras, en el texto no se encuentra la palabra ´Argentine´ o ´Argentine Republic´. En este campo no lideramos en nada y hemos sido pioneros en desmontar las herramientas constitucionales que le permitían a la Nación definir una política energética soberana”, analiza Sarlingo.
El investigador aclara que no se trata de un proceso reciente: “prácticamente todos los gobiernos militares y democráticos de la historia argentina no pudieron construir soberanía energética real, y solamente se articularon a las tendencias modernizantes de manera dependiente”.
Es más, señala como “contrasentido impulsar el uso de energías renovables a nivel municipal y provincial, mientras a nivel nacional se subsidia fuertemente la explotación petrolera y gasífera basada en el fracking”.
En suma, el informe “aporta un panorama global pero siempre y cuando lo leamos como un efecto de los reacomodamientos de la diplomacia internacional a las necesidades de creación de nuevas herramientas”.
En un contexto de crisis energética, ya que “hay acuerdo en que hace ya varias décadas que se llegó al ´Peak Oil´, el punto de rendimientos decrecientes en la producción de combustibles fósiles, y entrando en la Cuarta Revolución Industrial, las energías renovables son solamente un factor más para enfrentar la crisis de civilización generada por el desarrollo incontrolado de ´The Big Streadmill´”.
Ese concepto, según el especialista, “resume en una imagen la imparable rueda de la producción que sostiene la sociedad de consumo posmoderna y sostiene también las diversas estrategias de la producción de armamentos utilizados por el imperialismo a escala global”.
Sin duda que “el análisis de una nueva geopolítica puede ser útil para clarificar los múltiples caminos que la Humanidad necesita para recorrer esta transición hacia otros modos de vivir. Transición que no es solamente energética, sino civilizatoria”.