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Los lodos de la depuradora cloacal, los purines de cerdo, las algas marinas y los subproductos agroganaderos aparecen en la mira de los expertos de Ingeniería. Buscan transformarlos en bioenergía y hay avances concretos en el desarrollo del conocimiento. La Ing. Mg. Estela Santalla explica cuál es el aporte científico local y qué proyectos están en marcha, vinculados con esta porción de renovables.

 

“Hay que discutir sobre Olavarría hacia el 2030 como una ciudad pionera en sustentabilidad” dejando de lado “un discurso que hoy atrasa 20 años”, advierte la ingeniera química industrial, investigadora y docente de la Facultad de Ingeniería de Olavarría (FIO), perteneciente a la UNICEN,  Mg. Ing. Estela Santalla.

La profesional plantea, como una de las opciones, apostar a la bioenergía y no solo asegura que Olavarría tiene un gran potencial a desarrollar sino que propone nuevas opciones. Los lodos de la planta depuradora de Coopelectric, el sorgo y otros silajes y las algas son parte del abanico que hoy tienen bajo la lupa los investigadores olavarrienses.

Estela Santalla es máster en Ingeniería Ambiental (Universidad Politécnica de Catalunya) y representó a la Argentina como experta del sector Residuos en el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas desde 2010 y del Grupo desarrollador del Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero de Argentina para el Sector Residuos.

La clave está en desarrollar más conocimiento y ése es el desafío que hoy ocupa a los expertos de la FIO. En diálogo con Polo de Ingeniería en Energías Renovables y Tecnologías Ambientales, la profesional explicó cuáles son los alcances de las investigaciones.

“En bioenergía estamos trabajando en desarrollar biogás a partir de nuevas fuentes para potenciar la producción de energía eléctrica. Ahí aparecen nuevas biomasas y el desafío es desarrollar conocimiento sin competir con los alimentos y buscar, por ejemplo, materiales con alta producción de materia seca como los silajes de sorgo y otros cereales”.

-¿Son procesos que requieren de mucha inversión?

En el caso de los silajes no, porque el productor agropecuario los usa para la alimentación animal en invierno o en épocas en que no hay pastura. El sorgo no está tan intensamente explotado y es propicio para generar biogás. Falta desarrollar conocimiento sobre requerimientos del proceso para mejorar la productividad de  variedades específicas para la industria del biogás.

-¿Y eso es para autogeneración?

La capacidad de la planta se define en función del modelo de negocios y ese modelo  cierra mejor desde el punto de vista económico exportando electricidad a la red. En el marco de las rondas Renovar 1 y 2 se adjudicaron varios proyectos aunque algunos solicitaron prórroga para conseguir mayor financiamiento. El Gobierno la otorgó a cambio de cumplir 2 de 3 condiciones: aumentar el 30% de valor nacional en los proyectos, acortar los contratos o bajar el precio de la energía. El problema de fondo es que utilizan silajes de maíz, un commoditie que está definiendo el precio. La alternativa es ampliar las fuentes de biomasa, y potenciar aquellas de mayor rendimiento energético que no compitan con los alimentos.

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El sorgo es una opción energética, alternativa al maíz.

 

-¿Eso sería aplicable en zonas como Olavarría?

Sí, hay suelos aptos para el sorgo y otros cultivos, el agregado de conocimiento a estas biomasas  mejoraría mucho los indicadores de sustentabilidad del biogás. Hay muchas fuentes de biomasa o residuos aún no evaluadas para biogás; por ejemplo, se ha desarrollado un proyecto final de carrera  sobre el topinambur, un rizoma con mucha capacidad de explotación, que se está cultivando en Mendoza, y que tiene potencial para obtener componentes de alimentos de alto valor agregado; El residuo extraído del topinambur puede ser una base interesante para la producción de biogás, aunque en estos casos es fundamental asegurar la disponibilidad del suministro cuando se trata de un proyecto de bioenergía.

 

Lodos en la mira

 

-¿Hay un campo de investigación que falta desarrollar?

Sí, porque en la mayoría de los procesos productivos vinculados a la industria agro-alimenticia se generan residuos que pueden tener potencial para utilizarlos en bioenergía. Respecto al manejo de los residuos de las cadenas productivas hay mucha ley pero no tanto control. Hay soluciones tecnológicas pero es una decisión a evaluar porque generar bioenergía implica a más de un actor y mucha inversión.

-¿Y hay financiamiento?

No, pero en el marco de la ley de fomento de energías renovables han surgido  proyectos público privados que venden a la red la electricidad que generan a partir de biogás utilizando purines de cerdo, silajes de maíz, de soja, o vinaza (subproducto de la producción de etanol); en el mismo marco están surgiendo proyectos de aprovechamiento de residuos forestales (por otra tecnología, no biogás) para generar electricidad, contribuyendo a disminuir la problemática de su disposición final. También hay empresas que se están dedicando a proveer pellets de residuos foresto-industriales o de materiales celulósicos para usarlos como fuente de energía térmica en sustitución del gas envasado.

-¿En el caso de FIO la apuesta es al biogás?

Apostamos a biogás y nos desarrollamos mucho sobre la tecnología de digestión anaeróbica. Estudiamos los tipos de inóculos y las condiciones del proceso que mejoran la productividad de energía.  Creemos que  en toda la Provincia hay un gran potencial que está sin explotar, aunque también estamos estudiando otras fuentes de biomasa para bioenergía, como los cultivos lignocelulósicos.

-¿Siempre para generación eléctrica?

El uso de biogás para energía térmica compite con el gas natural cuando hay una red instalada. La energía eléctrica mejora actualmentela  ecuación económica. Ahora estamos desarrollando un  proyecto financiado por la Secretaría de Políticas Universitarias sobre el uso de los lodos de la planta depuradora de Olavarría, que son residuos sólidos, considerados peligrosos, pero con una altísima capacidad de generar biogás. En el mundo desarrollado, en general, toda planta depuradora tiene su biodigestor para producir energía. El tema es la escala y la posibilidad de generar electricidad no sólo para autoconsumo sino para exportar a la red, donde Olavarría podría ser referente. Lo estamos llevando adelante con  el aval del Municipio y la colaboración de Coopelectric. La finalidad de la FIO es ofrecer una herramienta para la toma de decisiones, que involucre a nuevos actores que pudieran sumarse.

 

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La planta depuradora que gesitona Coopelectric podría generar biogas.

 

 

 

“Seguimos enterrando basura”

 

-¿Pero está la demanda instalada? Porque la bioenergía no encabeza el podio de las renovables…

Es difícil comparar porque cada energía renovable tiene su propia identidad y tecnología. La bioenergía es compleja porque es un proceso biológico que requiere mayor control. La historia del biogás en Argentina no es buena, hay muchos fracasos. La biodigestión para electricidad requiere de  conocimiento. La energía fotovoltaica se instala y el mantenimiento es más sencillo. Al sistema biológico hay que controlarlo continuamente. La resolución que obliga a aumentar el 30% los proveedores locales tiende a fortalecer eso pero se necesita involucrar a más actores de la cadena productiva, además de mayor financiamiento. No hay una inquietud de la región, pero sí está la problemática de los residuos.

-A nivel país, si bien se reimpulsa Vaca Muerta, hay una apuesta a las renovables, se apunta a la generación domiciliaria… Esta transición energética, ¿fue un estímulo para la investigación?

No lo he visto tanto. Sí en organismos que financian la investigación, hay líneas estratégicas que tienen que ver con esto. Estamos en una etapa de desarrollo de conocimiento. En abril iniciaremos el estudio del potencial para bioenergía de algunas algas del Mar Argentino, es una línea novedosa para nuestro grupo, que surge de un proyecto promovido por la Secretaría de  Ambiente en el marco del proyecto Pampa Azul, y que tiene un financiamiento parcial de la Agencia Nacional de Promoción Científico Tecnológica.

-¿Qué pasó con el proyecto de Biogás en el Relleno Sanitario?

El proyecto tuvo una primera etapa demostrativa sobre la captura de biogás de la primera celda y no continuó su expansión hacia el resto de las celdas. La planta de biogás necesitaba inversión continua y una discusión entre todos los actores. Nos cuesta muy caro a los olavarrienses el enterramiento de los residuos. No sólo por los costos, sino por los impactos sobre el ambiente, el uso de la tierra. Se podría evitar pero requiere  compromiso y analizar un nuevo  sistema de gestión de RSU. 

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"No es sustentable ni barato" enterrar basura, advierte Estela Santalla.

 

-¿El aprovechamiento de los residuos, entonces, no está en la agenda de gestión?

Pareciera que no, seguimos enterrando basura, lo que no es sustentable ni barato pero predomina la ecuación de costos. Las condiciones actuales creo que son mejores a las del 2005 cuando se diseñó la planta, perose necesita la voluntad política. Los residuos son responsabilidad del Municipio y de las cadenas productivas. Falta una discusión profunda y probar la capacidad de respuesta de la comunidad. En Europa es impensable enterrar basura orgánica que no esté estabilizada. Hay que informar e instalar el tema en  la comunidad. ¿Estamos dispuestos a cambiar el sistema de recolección de residuos sin separación previa? 6 veces por semana es un lujo que muy pocos países se dan, pero es una medida poco popular. Hay que considerar la madurez de la ciudadanía y diseñar un plan de gestión sostenible en el tiempo A comienzos de 2016 hicimos una propuesta integral para Olavarría hacia el 2030 basado en una ciudad pionera en sustentabilidad. En la estrategia estaban las energías renovables, el transporte, la planta depuradora, los residuos… bajo un  enfoque integral. En eficiencia energética se trabajó bastante pero con residuos no se ha dado esa discusión. Cuando dicen que Olavarría es un ejemplo lo puede ser un muchos aspectos, pero en materia de RSU no podemos seguir comparando con los que están peor, es un discurso que atrasa, si bien hay iniciativas muy valiosas aún no impactan lo suficiente. Hay que reconocer las propias capacidades, el camino transitado y las lecciones aprendidas.

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