¿Qué hubiera pasado con el histórico apagón del domingo 16 de junio, que dejó sin luz a 50 millones de usuarios, si las energías renovables formaran parte del mapa energético argentino? La incidencia hubiera sido diferente con autoabastecimiento residencial, asegura el ingeniero Gabriel Blanco. El profesional lo plantea en términos de generación distribuida y dice que la clave está en redireccionar los subsidios estatales desde las multinacionales hacia hogares y pymes.
“El Gobierno nacional subsidia a las grandes corporaciones para extraer petróleo de Vaca Muerta. Imaginemos qué pasaría si los millones de subsidios en dólares que hoy perciben las multinacionales fueran para los usuarios residenciales o los privados, para que pudieran comprar sus equipos”, analiza el ingeniero Gabriel Blanco, docente e investigador de la Facultad de Ingeniería dela UNICEN y asesor académico del Polo de Ingeniería en Energías Renovables y Tecnologías Ambientales.
El apagón del domingo 16 de junio hará historia por ser el más impactante que se haya registrado en el Cono Sur: afectó a 50 millones de usuarios y alcanzó no sólo a la Argentina sino parcialmente a Uruguay, Brasil y Chile. Sin embargo, sus alcances podrían haber sido menores si las energías renovables fueran un hecho cotidiano. El ingeniero Blanco, experto en la materia, describe cómo es hoy la situación, señala que hay cuestiones técnicas y económicas que frenan la ley y que existen “muchos intereses en juego” para logran la emancipación energética.
Emanciparnos como usuarios
-En un escenario de apagón total, ¿disponer de un sistema mixto donde haya energías renovables serviría de atenuante?
Si están conectadas a la red no porque, justamente, lo que se desconectó fue la red de transmisión. Y si hay centrales eólicas o parques solares como los que se han instalado en el país, sobre todo en el norte, no cambiaría la situación. Sí es interesante la generación distribuida. Eso lo vemos como una gran transformación que podría darse con enormes potencialidades. Ahora, que empiece a crecer en Argentina, donde cada uno de nosotros seamos capaces de generar nuestra propia energía dependerá de cómo se regulen las cuestiones técnicas y económicas.
-¿Y es ahí precisamente donde está el freno, no?
Exacto. Ahí está parada (la reglamentación de la ley), en esa regulación. Las diferentes provincias están viendo cómo reglamentar y todavía no se termina de definir porque hay muchos intereses en juego. Muchos. Si cada uno de nosotros es capaz de empezar a generar aunque sea una parte de la energía que usamos, ¿qué hacen los que hoy son proveedores de energía?
-Claro, y eso nos terminaría emancipando cuando hoy estamos cautivos.
Por eso decimos que podría ser tan extraordinario. Pero es necesario que todos los que están involucrados en el ruedo vean su nueva posibilidad de participación en ese nuevo hipotético escenario. Hoy están viendo qué hacer.
-En lugar de verlo como una amenaza deberían asumirlo como un nuevo negocio...
Exactamente es lo que venimos hablando informalmente con algunas cooperativas, que son las que hacen la distribución final. Es hora de pensar en eso, de cambiar lo que hacen, de cambiar sus negocios. Algunos dicen que lo están viendo así pero no tienen claridad sobre cómo posicionarse en un nuevo escenario de este tipo. Una de las tantas grandes ventajas que tendría la generación distribuida es que los sistemas de transmisión, si bien seguirían estando porque la generación distribuida no implica desconectarse totalmente, tendrían menos relevancia. Es decir, si cada uno genera desde su lugar los sistemas de transmisión quedarían con menos asistencia y con generación distribuida de energía el impacto quizá hubiera sido menor. Lo resalto porque la generación distribuida es una suerte de emancipación, sí.
Redireccionar los subsidios
-Mientras tanto, y a la espera de la reglamentación provincial, los costos del montaje de un sistema así a nivel residencial también frenan la transición…
Es la batalla que hay que dar porque siempre, cuando se habla de renovables, se lo deja al privado o al residencial a la buena de Dios y no es así. El Gobierno nacional subsidia a las grandes corporaciones para extraer petróleo de Vaca Muerta. En 2018 los subsidios a los combustibles fósiles representaron 6.000 millones de dólares, que es el 6,5% del presupuesto nacional. Esos subsidios a los combustibles fósiles duplica lo que el Estado invirtió durante todo 2018 en Universidades Nacionales. Otra comparación, todo el sistema de ciencia y técnica de la Argentina se lleva el 0,53% del presupuesto nacional cuando los montos transferidos a las empresas dedicadas a la extracción de hidrocarburos, particularmente para la producción de gas en Vaca Muerta, sumaron en 2018 340 millones de dólares (de los 6000 millones de dólares mencionados arriba); es decir, un 0,33% del presupuesto nacional. Los subsidios a las energías renovables en 2018 fueron 185 millones de dólares. Imaginemos que pasaría si esos subsidios fueran a los usuarios residenciales o los privados, para que pudieran comprar sus equipos…
-¿No es una mirada romántica plantear que el Estado apoya a los pequeños usuarios en lugar de subsidiar a las multinacionales?
No sé si es tan romántica porque se está hablando fuertemente de lo que se conoce como redireccionamiento de los subsidios, para todos los que quieran. Cuando en generación distribuida tenés la necesidad de comprar equipos, ahí podría haber una intervención. De hecho, acaba de salir un fondo de 500 millones de dólares para créditos a usuarios residenciales, a muy baja tasa del banco BICE para comprar equipos. Eso está. No es tan romántico, Al generar energía, la idea es que lo que queda de remanente se inyecte y se venda a la red. Hay una gran discusión sobre a qué precios van a comprar esa energía que uno como usuario vende a la red. Ahi hay que redireccionar subsidios. Las cooperativas dicen que no pueden pagar mucho a quien inyecta a la red, sólo lo mínimo. Con un subsidio los números cerrarían. Eso se está discutiendo y muy fuerte.
La cuestión cultural también es clave, porque si ante esos intereses económicos hubiera presión social sobre el cambio de matriz energética el escenario sería otro.
Claro. Si hubiera presión social sí, pero ¿lo ves en los medios o en la agenda política? Pero apuesto a que le caiga la ficha a la gente y lo planteo cada vez que puedo. ¿Por qué tengo que estar comprando la energía a no sé quién y el tipo te da la energía cuando quiere y al precio que quiere?