Una caja metálica que transporta mercadería en barco puede convertirse en una unidad sanitaria móvil. Eso proponen estudiantes avanzados de la carrera de Maestro Mayor de Obra de la Escuela Técnica 2. Con paneles fotovoltaicos y termo solar, la propuesta demandaría una inversión de 720 mil pesos y ya tiene el visto bueno del Municipio aunque deberían realizar ajustes para que sea 100% viable.
Del mar a Olavarría, un container puede transformarse en una pequeña unidad sanitaria capaz de itinerar con controles, vacunación y atención primaria tanto en los barrios más alejados como por las localidades. Eso es lo que idearon alumnos de séptimo año de la tecnicatura de Maestro Mayor de Obra de la Escuela de Educación Técnica Nº 2, dispuestos a generar una respuesta sanitaria autosustentable y de ese modo proyectar conocimientos más allá de las aulas.
Inicialmente, el objetivo era “diseñar una vivienda que no fuera de albañilería tradicional y con un sistema constructivo de reciclaje de contenedores marítimos que en Europa es furor”, observó la arquitecta Celeste Arouxet, docente de la carrera.
El curso está integrado por 12 estudiantes que aceptaron el desafío, algunos abocados a la investigación y relevamiento de datos, costos y viabilidad del proyecto y otros desde la salida al campo laboral, tomando como insumo las prácticas en empresas relacionadas con la construcción.
“Los costos del contenedor no son tan altos y permiten resolver viviendas de buena eficiencia, básicamente porque la problemática de la vivienda es algo que hay que mirarlo con más seriedad”, asumió la docente.
Con compromiso social
La consigna inicial fue clara y apuntó a la reutilización de contenedores marítimos en desuso, salvo los que hubiesen transportado sustancias tóxicas.
“Hay arquitectura ecológica, de acción social y eso es formación integral. El objetivo es generar el compromiso social, que tengan visiones diferentes que salen de la currícula de maestro Mayor de Obras, para adaptarse a las necesidades sociales. Uno no hace solo una carrera para hacer plata sino para tener la capacidad de registrar la necesidad del otro”, advirtió Arouxet.
“Generalmente trabajamos en un proyecto para la profesora o por la nota y esto fue más allá. Queríamos dejarle algo a la comunidad”, expusieron los alumnos, al cierre del cuatrimestre.
“En el Municipio, este contenedor sanitario generó interés”, aseguraron con alegría los estudiantes luego de entrevistarse con el secretario de Desarrollo Económico, Julio Valetutto y la por entonces titular de Desarrollo Sustentable, Emilia Díaz.
“Nos hicieron algunas objeciones pero recibió mucho apoyo municipal la iniciativa. Los cuestionamientos fueron desde lo financiero”, precisaron.
En la previa, se había definido un presupuesto cercano 720 mil pesos incluida la adquisición del container que “se compra por Mercado Libre y sale unos 120 mil pesos, aunque el precio varía. En el PIO también se venden pero a otros valores y ahí es donde los estudiantes hacen sus prácticas profesionalizantes”, observó la docente.
100% autosustentable
Hicieron el paralelismo del contenedor con una ambulancia y comprobaron que aún con el equipamiento necesario para ofrecer atención primaria “en costos nos resultó más barato el container. Pensamos en el barrio al que la salud no le llega, donde se subestiman los controles y si no llevás la salud no hay registro. Sería montar containers con controles, vacunación, odontología, control primaria, prevención sexual, tener asistencia primaria desde lo médico y empezar a hacer cultura de esto”, planteó Arouxet.
Desde el Centro de Formación Profesional Nº 401, el docente Pablo Cunioli, apuntaló la inclusión de la variable ambiental a la hora de construir y hacer que, por ejemplo, ese contenedor fuera 100% autosustentable.
Por su parte, el Colegio de Técnicos los sumó a un Concurso de Viviendas Sustentables donde debían poner juego la dimensión social y se incluía a las energías renovables mediante la incorporación de paneles fotovoltaicos y termos solares, por ejemplo. Ese nexo terminó con “una carta de felicitación por el desarrollo de la propuesta que presentamos”, destacó la docente.
“El contenedor no conecta a ninguna red. Tenemos paneles solares, termo solar, tanque, inodoro de casilla rodante, tiene autonomía”, aseguraron los autores de la unidad móvil después de capacitarse en accesibilidad y en arquitectura sustentable en una jornada dictada por la Municipalidad y lucirse con el premio obtenido en el Hackathon en Energías Renovables.
También adquirieron conocimientos en cuanto a los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS), en una capacitación realizada hace dos meses en Tandil para formarse en Vivienda y Construcción Sustentable con energías renovables, a través de la organización Energizar, con aval de la Nación.
“Dentro de 6 o 7 años no habrá otra forma de construir que no sea sustentable. Será el futuro que tendremos y por lo menos, ellos, ya tendrán la cabeza preparada para asumirlo”, remarcó Celeste Arouxet, convencida de que todos sus estudiantes serán competitivos y estarán a la altura de las nuevas exigencias ambientales y sociales del mercado.