Articulos
El ingeniero Gabriel Blanco, especialista en energías renovables, cambio climático y sustentabilidad, advierte que estamos frente a un momento bisagra pero al mismo tiempo alentador. Con más decisiones de gobierno y menos contaminación. Con límites para Vaca Muerta, nuevas exigencias ambientales y la pandemia como contrapeso.

 

“El eje está puesto en la carbono neutralidad y hay que empezar a discutir cómo debería ser el sendero que genere empleo, desarrollo tecnológico, soberanía energética, mejor reparto de recursos, que hagan a la sostenibilidad económica, social”, analiza el ingeniero Gabriel Blanco, investigador especializado en energías renovables, cambio climático y sustentabilidad.

El director académico del Polo de Ingeniería en Energías Renovables y Tecnologías Ambientales y docente de la Facultad de Ingeniería de Olavarría (FIO) se muestra optimista, por primera vez en mucho tiempo. Ve señales alentadoras en la dirigencia política argentina y condiciones internacionales que abren todo un abanico de oportunidades.

El destino de Vaca Muerta, las metas y transformaciones por venir junto al impacto de la pandemia son los ejes abordados en esta entrevista con el especialista que renunció a la Dirección de Cambio Climático en agosto de 2020 pero continúa como asesor de asesores en el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación que conduce Juan Cabandié.

En la Cumbre de Líderes sobre el Clima, que se concretó el 22 de abril y reunió más de 40 mandatarios de todo el mundo, el presidente Alberto Fernández asumió el compromiso de desarrollar el 30% de la matriz energética nacional con energías renovables, con énfasis puesto en reforzar las metas ambientales y el desarrollo sostenible.

Sin embargo, “ya en diciembre el Presidente había planteado metas sobre cambio climático para la Argentina”, recuerda el experto. Y añade que en medio de ese escenario el país se  plantea como horizonte tener “emisiones cero hacia 2050”, señala Gabriel Blanco.

Una decisión determinante que aún no llega a dimensionarse dado que la agenda pública permanece eclipsada por la pandemia. Lo cierto es que “la carbono neutralidad de Argentina a 2050 es una revolución: transforma la matriz productiva y los comportamientos sociales” aunque sea un camino “difícil de aprehender y de incorporar las implicancias que tiene”, aclara el especialista.

 

Tener un plan

 

El ingeniero Gabriel Blanco es uno de los expertos que colabora con la agenda de diagnóstico y análisis propuesta por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación. El objetivo es trazar “una estrategia a largo plazo sobre cómo la Argentina llegará a la carbono neutralidad” dentro de 29 años y en el corto plazo incluir el Plan Nacional de Adaptación y Mitigación, a presentarse en la COP 26 de Glasgow.

“La estrategia que estamos desarrollando tomará lo establecido por este plan pero continúa hacia 2050” y si bien hoy no es posible poner en valor “las implicancias de la carbono neutralidad”, eso se constituye “una oportunidad de transformar” escenarios y generar nuevas oportunidades de desarrollo. “Es fascinante lo que empieza a pasar”, analiza con  entusiasmo Blanco.

¿Cuál será el principal desafío en las próximas tres décadas? Sin dudas, será en “el cómo se podrá lograr” esa transformación para llegar a las emisiones cero, ya que habrá que “empezar a repensar” cuestiones vinculadas con “los sectores productivos pero ir más allá también: desde las energías renovables, el sector energético, el transporte, la industria y es pensar en nuevas tecnologías, como eólica y solar, o en autos eléctricos…”, describe el especialista.

 

En dos dimensiones

 

Una redefinición de los procesos productivos requiere de una revisión de las demandas de bienes y servicios pero también de los modos de consumo. La clave pasará por plantear “cómo transformar esos patrones desde la demanda. Si la dieta argentina sigue siendo la carne de vaca estamos en problemas. Así no llegamos al carbono cero. Las vacas son una fuente de emisiones muy importante, están en el orden del 15 y 20%, y hay que repensarlo”, advierte el ingeniero Blanco.

La discusión tiene dos dimensiones de base. A nivel interno, donde “se necesitan transformaciones que pongan al país en un sendero de desarrollo más sostenible, más humano” para gestar un desarrollo sostenible propio pero a la vez aprovechar el nivel de compromiso internacional que ubica la carbono neutralidad como la misión más urgente.

Detrás de la llegada de Joe Biden a la presidencia de Estados Unidos y en la Cumbre de los Líderes sobre el Clima del 22 de abril de la que participaron las naciones más poderosas del mundo, el ingeniero Blanco observa que habrá margen para rediseñar economías con financiación para la carbono neutral y la sostenibilidad.

Por lo tanto, el camino pasará por “aprovechar ambas” cuestiones, la necesidad argentina de transformar su matriz productiva sin dejar de sumarse al proceso internacional que propone una regulación más firme en torno de la descontaminación.

En este sentido, se suma otro dato alentador y es que “por primera vez se plantea la pregunta, ¿qué hacemos con Vaca Muerta?”, asume el ingeniero Blanco, pronosticando que se pondrá en discusión qué destino tendrá el yacimiento petrolífero si se considera que el financiamiento internacional para sostenerse no sería viable.

En este contexto y en función del carbono cero “la transformación debería ser no solo tecnológica sino de algunas otras lógicas en cuanto a la apropiación de recursos, pasar de los hidrocarburos, de la era del petróleo a la era de las renovables”, analiza Blanco. No obstante, si se mantiene “la misma lógica de concentración de quien toma las de decisiones, no cambiará lo más profundo”, plantea en tono de alerta.

Por lo tanto, para llegar a la descarbonización será necesario garantizar el “acceso a recursos, a tecnología, a distribución”.

A crisis ambiental se le suma la crisis sanitaria por la pandemia, que genera impactos y respuestas: “Hubo negociaciones de Estados Unidos y a nivel internacional donde se acuerdan paquetes de estímulo pospandemia” para apuntalar a la economía mundial. “Eso estará vinculado al cambio climático: Si un país  necesita inyectar su economía, las acciones tendrán que ser climáticas”, aclara Blanco. 

El canje de deuda por acción climática que propone el Presidente de la Nación tiene puntos de conexión. En lugar de cancelar el endeudamiento que tiene el país con la banca internacional, se podrían redireccionar esos fondos para activar políticas de desarrollo sostenible y ahí radica “parte de la negociación”, comenta el experto.

 

Pensar el cómo

 

De todas maneras, “todavía no se tomó dimensión (de lo que) significa esto. Ya se había anticipado en diciembre durante la convención de la ONU, cuando Argentina dijo que será carbono neutral al 2050”. La noticia no ocupó los titulares de los grandes medios de comunicación que responden a las grandes corporaciones y permanecen “atados a las vacas o al petróleo, o a las dos cosas”.

Pero lo cierto es que una economía libre de carbono puede constituirse en una oportunidad para generar además de un ambiente saludable un desarrollo tecnológico y empleo, a escala internacional pero también a nivel país. “A la carbono neutralidad se le pueden anexar turbinas eólicas de empresas alemanas” o apostar a la innovación que pueda generar “gente de CONICET” y hasta aspirar a un sistema mixto.

El eje está puesto en la carbono neutralidad y “hay que empezar a discutir cómo debería ser el sendero que genere empleo, desarrollo tecnológico, soberanía energética, mejor reparto de recursos, que hagan a la sostenibilidad económica, social. Todo eso será parte de las próximas discusiones”, concluye el ingeniero Blanco.

transparente1 logo.olanew.2 HCDlogouilogoPIOColegio de Inglogo fundacion.textounicen