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Son puestos de trabajo cruciales para alcanzar un desarrollo sostenible y una transición justa. El cambio climático y la crisis por el covid. Los patrones de consumo y producción en agenda. Economías verdes competitivas, perspectiva de género y situación en Argentina.

 

Los empleos verdes locales son aquellos que preservan el medioambiente a través de modelos de producción sostenible; al tiempo que fortalecen las economías locales y regionales y generan trabajo decente e inclusión social.

En particular, el empleo verde aumenta la eficiencia en el uso de la energía, el agua y las materias primas reduciendo así las emisiones de gases de efecto invernadero y la generación de residuos y protegiendo además, los ecosistemas. De esta forma, se vinculan directamente con las estrategias y políticas para descarbonizar la economía y alcanzar la carbono neutralidad al 2050.

Cabe destacar que las ciudades son, por un lado, las principales consumidoras de energía y emisoras de gases de efecto invernadero y, por el otro, su concentración de población, actividad económica e infraestructura ofrece oportunidades únicas para disminuir la vulnerabilidad de la población, fomentar el crecimiento económico y alcanzar la carbono neutralidad.

 

Ciudades con múltiples roles

 

Los gobiernos locales son las autoridades más cercanas a la comunidad, es decir, quienes mejor conocen las oportunidades y desafíos del territorio. Además, ellos tienen la capacidad de formular políticas, crear incentivos y establecer marcos regulatorios que generen un entorno propicio para la transición hacia una economía verde, dado que pueden jugar múltiples roles, desde promotores de alianzas, proveedores de servicios y participantes del mercado, hasta reguladores, facilitadores e inversores.

El cambio climático amenaza tanto a los ecosistemas, como a la prosperidad económica, al trabajo decente y a los esfuerzos por reducir la desigualdad, en particular en países en desarrollo.

En este sentido, afecta particularmente al mercado de trabajo, a través de efectos directos, por aumentos en la frecuencia e intensidad de fenómenos meteorológicos extremos, que repercuten en las condiciones laborales y en la productividad.

Dado que los sectores más afectados serán aquellos más vulnerables, los trabajadores más susceptibles a perder sus empleos son los más pobres, informales, estacionales, los que se desempeñan en Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (MiPyMEs) y los que dependan de recursos naturales.

Así, el involucramiento del sector privado es clave en la transición hacia economías sustentables, al ser éste fuente de innovación, financiamiento y conocimientos técnicos.

En Argentina, en 2019, el 99% de los empleadores correspondía PyMEs, representando el 65% del total de empleos privados formales (Télam, 2019). Las MiPyMEs son también una importante fuente de empleo femenino y de propiedad de empresas en la región, y es más probable, en comparación con las grandes empresas, que tengan una mujer como gerente general.

Cerca del 33% de los empleados fijos a tiempo completo en las MiPyMEs de América Latina y el Caribe son mujeres, en comparación con el 26% en las grandes empresas. Además, el 20% tiene mujeres en la dirección, mientras que en las grandes empresas este valor es del 10% (OIT, 2020).

Por lo tanto, las MiPyMEs son, a menudo, un punto de entrada al mercado laboral formal para las mujeres y pueden ayudarlas en su empoderamiento.

Por otro lado, representan uno de los sectores más susceptibles a los efectos del cambio climático, al no poseer el nivel de capacidad de adaptación y resiliencia de las grandes empresas, y han sufrido los impactos de la crisis económica relacionada a la pandemia.

Así es que los empleos verdes son cruciales para alcanzar un desarrollo sostenible y una transición justa, dado que, en primer lugar, permiten adaptar los empleos frente a los impactos del cambio climático en el mercado del trabajo, favoreciendo tanto la inclusión y empoderamiento de los grupos vulnerables, como el trabajo decente. En segundo lugar, ayudan a preservar el ambiente, al generar patrones de consumo y producción sostenibles y contribuir en la mitigación del cambio climático. Por último, fomentan economías verdes competitivas.

 

Cambio climático y covid

 

El proyecto se enmarca en un contexto donde no sólo es necesario enfrentar la emergencia climática, sino también repensar la recuperación post COVID-19.

En Argentina, ya afectada por grandes desafíos socioeconómicos, se prevé que la crisis generada por la pandemia lleve a una mayor contracción económica, con pérdida de empleo, aumento de la pobreza y nuevos retos para el desarrollo sostenible.

Según la OCDE, la economía argentina caería un 8,2% en 2020 si la pandemia se controla, y hasta un 10% si se registra un segundo brote, el que se está transitando por estos meses.

La OIT indica que se perderían entre 750.500 y 852.500 empleos en el país en 2020, lo cual se sobrepone a una tasa ya existente del 9,7% de desempleo y del 35% de empleo no registrado para fines de 2019.

También destaca que la pobreza puede aumentar del 35,6% al 40,2%, la indigencia subir del 7,7% a 10,8%, y la desigualdad pasar del 23% al 32,5%.

Esto aumentará la brecha en el acceso a derechos económicos y sociales básicos, profundizando la vulnerabilidad de los sectores menos protegidos.

Atención especial debe darse a las mujeres por su doble rol de trabajadoras y cuidadoras, quienes, además, tienen más probabilidades de tener trabajo informal y mal pago.

En este sentido, una transición justa hacia economías más verdes puede moderar los efectos económicos y sociales adversos de esta crisis mundial, y, al mismo tiempo, crear empleos, abordar la desigualdad e impulsar un crecimiento inclusivo.

De hecho, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) establece, en su informe “El empleo en un futuro de cero emisiones netas en América Latina y el Caribe” (OIT, 2020), que, para 2030, los procesos de descarbonización de la economía pueden generar 15 millones de empleos en América Latina y el Caribe, en comparación con un escenario Business As Usual.

En Argentina, particularmente, dadas las características geográficas y la estructura productiva, la transición hacia una economía verde e inclusiva es un paso crucial para reducir la vulnerabilidad.

Según las últimas estimaciones disponibles, de “Estimación del empleo verde en Argentina” (OIT, 2019), existían, en Argentina, en 2015, entre 486.000 y 650.000 empleos verdes (dependiendo de si se incluye o no el transporte público de pasajeros), los cuales representan entre el 4 y el 7% de los trabajadores asalariados.

En cuanto a la distribución de género, sólo el 13% es desempeñado por mujeres.

Para el año 2030, en un escenario de descarbonización, se espera que estos valores aumenten en un 6,3% para el caso de los empleos ocupados por hombres, y 4,3%, para aquellos realizados por mujeres, en comparación con un escenario BAU (OIT, 2020).

Más del 80% de los nuevos empleos creados por los programas de descarbonización se darán en sectores actualmente dominados por hombres. Las mujeres no se beneficiarán de la creación de empleo a menos que se aborde la actual segregación de género por ocupación (OIT, 2020).

El contexto es complejo y los desafíos son grandes, pero no se debe dejar de lado que los mismos empleos verdes locales, se vinculan directamente con las estrategias y políticas que los gobiernos locales deben tomar para hacer frente a la realidad que vivimos. Fuente: Noticias Ambientales

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