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Las ingenieras Pamela Ramos y Paula Vitale señalan que bajo el suelo argentino se encuentra la tercera reserva subterránea más grande del mundo. ¿Cómo preservarla? Aquí y en todo el mundo se necesita una producción menos contaminante y aguas tratadas adecuadamente antes de reincorporarlas a los ecosistemas.

 

“El agua disponible para usarse es un bien que debemos proteger. Las aguas subterráneas son reservas de este recurso y la fuente de abastecimiento principal de la mayor parte de la población mundial”, exponen las doctoras e ingenieras Pamela Ramos y Paula Vitale, en el Día Mundial del Agua que este año está dedicado, justamente, a resaltar el valor de las aguas subterráneas del planeta.


El crecimiento de la población, la crisis climática y el avance del agro y la industria son algunos de los principales condicionantes que ponen en jaque el acceso al agua en el planeta, un recurso muy abundante aunque menos del 3% es dulce y aprovechable.


“Es importante pensar en la calidad del agua luego del uso. Si pensamos en la disponibilidad futura del recurso, debemos proyectar un uso sostenible. Es decir, devolver el agua utilizada con calidad suficiente para que el planeta pueda, a través de mecanismos de autorrecuperación, devolverla a su ciclo natural sin perjudicar la calidad final”, advierten con determinación las profesionales que pertenecen al Departamento de Ingeniería Química y Tecnología de los Alimentos, de la Facultad olavarriense.


Es que el uso del agua se destina mayoritariamente a la actividad agrícola y los procesos industriales, siendo el uso residencial menor al 15%, según datos mundiales.


El camino, sin dudas, es “pensar en procesos productivos menos contaminantes y garantizar que las aguas sean tratadas adecuadamente antes de reincorporarlas a los ecosistemas”, apuntan las académicas, expertas en investigaciones asociadas al agua.

Ley, control y producción

El Objetivo de Desarrollo Sostenible 6 plantea garantizar el acceso al agua limpia y un saneamiento adecuado a toda la población mundial antes de 2030. Cabe preguntarse cuál es la situación actual respecto del uso eficiente de este recurso y si el desarrollo sostenible es todavía una asignatura muy pendiente.


“En 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció explícitamente el derecho humano al agua potable y al saneamiento, ya que son esenciales para la construcción de todos los derechos humanos”, señalan las ingenieras.


Ahora, para poder cumplir con esto es necesario tener un paraguas legal sobre descargas de aguas de procesos y residuales exigente. “En nuestro país esa legislación es incluso más exigente en cuanto a requisitos de descarga que la de otros países latinoamericanos. Sin embargo, la legislación y el control de cumplimiento no lo es todo”, advierten a coro.


De hecho, estamos inmersos en un sistema de consumo y productividad sujeto a “cambios muy rápidos, muy influenciados por la moda, los avances tecnológicos, el aumento en la necesidad de producir alimentos, ropa, tecnología, energía y mucho más, está atado al aumento de la demanda”, explican. A esto se le suma otro condicionante: “Compramos cosas que viajaron muchísimos kilómetros para llegar a nuestra puerta. Ese transporte tiene asociada una cantidad de agua que no vemos y es la que se usó para extraer combustibles”. Todo esto deriva en que “se proponen nuevos procesos pensados para cumplir con una demanda específica y no siempre tienen en cuenta la cuestión ambiental y la calidad de las aguas devueltas al ambiente. Estos cambios, en muchos casos, hacen que los tratamientos que antes eran muy eficaces para acondicionar esas aguas hoy ya no lo sean, porque su composición cambió y requieren de grandes costos y nuevos avances para adaptarlos”, plantean con preocupación.


No obstante, admiten que los tiempos de la ciencia “son diferentes a los de la sociedad de consumo y la moda” y “no siguen el mismo ritmo de cambios”.


Bajo el suelo argentino se encuentra parte de una de las reservas de agua subterránea más grandes del mundo, la tercera del mundo, que es el acuífero Guaraní, compartido con Brasil, Uruguay y Paraguay.


Pamela Ramos y Paula Vitale señalan que hoy el uso más masivo que se hace en el país de dichas reservas es para “usos termales, principalmente en la provincia de Entre Ríos” pero “esta gran masa de agua tiene una tasa de recuperación natural limitada”, como todos los sistemas naturales.
Entonces, para lograr un uso sostenible de este recurso “se debe considerar que el consumo o extracción que se realice no supere esa tasa de recuperación”, enfatizan las ingenieras.


En este contexto, ¿qué acciones se deben emprender para lograr el acceso universal al agua potable segura, el saneamiento y la higiene? El acceso universal al agua implica dos cuestiones: cantidad suficiente del recurso y calidad adecuada del mismo.


Usos y reúsos del recurso


Las investigadoras de la FIO analizan que para garantizar la primera cuestión “debemos repensar nuestros sistemas productivos y hacer que el uso del agua sea más eficiente, independientemente del costo que tenga. Es primordial para garantizar que la cantidad de agua disponible sea suficiente para las futuras generaciones no superar la capacidad de recuperación planetaria del recurso”.

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 Las ingenieras Pamela Ramos y Paula Vitale plantean la necesidad de revertir el modelo productivo para cuidar el agua.

“Todos los productos que un país exporta necesitan agua para producirse, así que de alguna forma con ese producto exportamos un ´uso virtual del agua´”, observan las especialistas. En esa misma línea, apelan a un ejemplo significativo y a la vez inquietante: “En nuestro país utilizamos una gran cantidad de agua para producir mayormente alimentos que serán consumidos en otras regiones. ¡Esto nos da una idea del riesgo potencial que corremos! Si bien no tenemos hoy una escasez física de agua en América latina, porque abrimos la canilla y siempre sale agua, exportamos muchísima agua virtual oculta en los productos que elaboramos y comercializamos fronteras afuera”.


La segunda cuestión, que es la calidad del agua, encierra también un enorme desafío: “El agua utilizada en cualquier proceso, ya sea uno industrial o hasta para riego, implica un cambio en su composición, por lo que es muy importante pensar en esto desde la concepción de nuevos procesos”. En ese escenario, el papel que juega la ingeniería pasa por “pensar nuevos procesos que tengan en cuenta no sólo la productividad sino los impactos y el uso y reúso del recurso”. Fuente: Punto FIO-Facultad de Ingeniería-UNICEN

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