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Mientras la mitad del mundo vive en zonas urbanas, en Argentina la cifra llega al 92%. Eso exige redefinir modelos de gestión y de construcción, con la mira puesta en el ahorro energético. El Ing. Fabián Irassar hace un diagnóstico de situación y explica qué lugar ocupa la Facultad de Ingeniería en ese “nuevo” mapa verde.

 

 

Más de la mitad de la población mundial vive actualmente en ciudades, cifra que llegaría al 70% en 2050. Así lo indica Naciones Unidas, mientras deja en claro que, si bien los centros urbanos ocupan sólo el 3% de la superficie del planeta, su gestión es determinante para el desarrollo sostenible: requieren del 60 al 80 % de consumo energético y generan el 75% de las emisiones de carbono.


“Las ciudades deben pasar de ser agentes que provocan el cambio climático a convertirse en una oportunidad de mitigación, y ese cambio estará dado fundamentalmente en las construcciones y el transporte”, analiza el Ing. Fabián Irassar, Profesor e investigador de la Facultad de Ingeniería y estudioso de la problemática.


La FIO lleva años de trabajo y de desarrollos asociados a lo que propone el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 11 de la Agenda 2030: “lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles”.


Sin embargo, las ciudades sostenibles están en permanente proceso de construcción y no existe un único modelo para avanzar con criterios ecológicos y de igualdad social. Pero, además, en esa lógica intervienen “distintos actores que debemos trabajar para hacer ciudades que sean sostenibles y una de esas partes son los edificios. Argentina junto a Uruguay es uno de los primeros países que más se urbanizó; hoy el 92% vive en áreas urbanas que requieren de insumos”, grafica Irassar.


Eso genera problemáticas asociadas al acceso a servicios básicos y demanda infraestructura necesaria que asegure la calidad de vida, con desafíos ambientales y de planificación. “Necesitemos que sean sostenibles desde lo social, económico y medioambiental”, advierte el referente de la FIO.

 


Sólo el 1% con certificación

 


¿En el mundo ya hay ciudades sostenibles? “Hay etiquetas de ciudades sostenibles. Muchos planes de gobierno van hacia eso y buscan que la ciudad consuma menos electricidad, menos calefacción”, aclara Irassar.


En la Argentina, hay leyes sobre aislamiento térmico de viviendas, pero su aplicación es limitada. “El problema, como en toda inversión, es que requiere de un concepto de diseño y no estamos en ese punto. Sólo el 1% tiene certificación ambiental”, observa el estudioso.

El investigador admite que hay ejemplos y menciona el edificio inteligente y sustentable “Globant Iconic Building“ que la empresa construyó en Tandil, utilizando energía solar y un diseño de fachada amigable con el ambiente. Esa construcción tiene el sello LEED, un sistema de certificación de edificios sustentables creado por el Consejo de la Construcción Verde de Estados Unidos. Y justamente en ese lugar, el Ing. Irassar brindó una charla (en octubre) haciendo eje en los retos que se plantean.


De todos modos, deja en claro que no se apunta a las emisiones cero sino a minimizar los índices de contaminación que provocan el calentamiento global, por lo que el abordaje es tan amplio como complejo.


“La toma de decisiones tiene distintos valores. Uno es el económico; otro es el de mantener ciertas tradiciones y después está la proyección de la inversión en el tiempo. Hay distintos actores a conjugar para hacer más sustentables y durables las construcciones”, enfatiza.

 

Casas Consumo Clase A

 

“El promedio de vida de un edificio hoy es de 60 a 70 años y tenemos que llegar a los 100 años”, señala el investigador. Y agrega: “Próximamente vamos a comprar una casa como si fuera una heladera: es Consumo Clase A o es C. En Europa empieza a pasar y tiene que ver con el costo de la energía”.


Por eso, la academia debe focalizar la atención en la formación de nuevos profesionales. “Nosotros calculábamos el tamaño del aire acondicionado y de los calefactores. Hoy hay que contemplar cuál es el máximo que se puede poner. Cambiaron las preguntas”, dice, respecto de la evolución que tuvo la enseñanza universitaria.


De todas maneras, las construcciones sustentables están más avanzadas en otras geografías. En nuestro país “es incipiente, pero se viene muy rápido y dependerá de los créditos tengamos y de las condiciones. En la construcción de estructura pública ya se piden niveles de emisión, y en los impuestos o el etiquetado”.


El problema energético mundial ya era preocupante y “se acelerará después de la guerra” pero “las tragedias traen oportunidades y ésta quizá lo sea; en nuestro país también” aunque “tendríamos que ponerlo en la agenda pública” ya que requiere de “toma de decisiones que están afectando la vida futura de nuestro planeta, y eso es la sustentabilidad”, remarca el Ing. Irassar.


Las ciudades tienen que “ser resilientes frente al aumento de temperatura, tener la capacidad de detener los desastres naturales y reponernos con el menor daño posible y rápidamente. Hay que trabajar de manera distinta. En Olavarría todos sabemos que la inundación es una amenaza y hemos hecho obras tomando decisiones para reducir riesgos”, ejemplifica.

 

fio ciudades sustentables 6

 

Desde la FIO hay intervenciones en diferentes ámbitos de gobierno, como el área de Obras Públicas de la Nación o con la Asociación de Fabricantes de Cemento Portland donde “estamos preocupados por este tema y también abocados al reglamento de construcciones de hormigón”.

 

Proyección académica

 


La FIO es referente a nivel internacional y trabaja en sintonía con la Federación Interamericana de Cemento. No obstante, el punto de inflexión fue, es y será económico y se pondrá en evidencia cuando “se decida cobrar impuestos por emisiones de dióxido de carbono. Siempre entra por el bolsillo, siempre hay una barrera así que lleva a tomar conciencia”, reconoce Irassar.


En ese contexto, es hora de ver qué modelos constructivos son más aplicables en Argentina y evaluarlos en términos sustentables. “Analizar si conviene una casa de madera, de steel frame o de cerámico y cemento. Se transita hacia la industrialización porque permite optimizar recursos; eficiencia, sobre todo. No podemos hacer la misma casa acá que en Europa o Estados Unidos. Incluso nuestra diversidad climática es muy grande y hay que ver los materiales locales porque a eso se le suman emisiones del transporte”, reflexiona.


De todos modos, está convencido de que la lógica sustentable no debería quedar reservada a la acción de las grandes empresas sino “a todas las construcciones, fundamentalmente las sociales que hace el Estado porque estamos dando viviendas y empeñando el desarrollo de energía”.


Desde la FIO “nos dedicamos a la primera parte que son los materiales. Ahí podemos ahorrar 10 o 15 %; falta el resto de la cadena y también estamos trabajando en eso”. El exdecano plantea que “en el ciclo de vida de un edificio lo que más importa es lo que ahorra de energía a lo largo de su vida; ahí está la clave”.

 

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