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A nivel mundial, el compromiso no llega a ser contundente y Argentina no es la excepción. Aquí los aplausos surgen ante la inauguración de un gasoducto y no por invertir en renovables. Qué rol juega el sistema científico-tecnológico, cuál es el papel de la universidad y qué escenario se abre de cara al balotaje. El Ing. Gabriel Blanco, experto de la Facultad de Ingeniería de Ólavarría, hace un mapeo y marca cuál sería la hoja de ruta más conveniente.

 

Desde la ventana observa los paneles solares que hay en el “patio de la FIO” y se pregunta, una vez más, cuándo habrá aplausos para las energías renovables y no por la inauguración de un gasoducto que ilimitadamente transportará combustibles que son parte del problema. No obstante, prefiere mirar la mitad del vaso lleno y asumir que aún hay margen para actuar antes de que realmente sea demasiado tarde. Es el ingeniero Gabriel Blanco, investigador especializado en energías renovables, cambio climático y sustentabilidad de la Facultad de Ingeniería de Olavarría, además de docente y coordinador del Centro de Tecnologías Ambientales y Energía (CTAE).

Los datos preocupan y al mismo tiempo alertan. Es que el mes de julio batió todos los récords: registró el lapso de tres semanas más caluroso, los tres días más calientes y las temperaturas oceánicas más altas para esta época del año que se hayan documentado en el Planeta. “La única sorpresa es la velocidad. El cambio climático está aquí. Es aterrador. Y es apenas el comienzo. La era del calentamiento global ha terminado. La era de la ebullición global ha llegado”, sentenció Antonio Guterres, desde Naciones Unidas, instando a la acción.


En medio de este contexto, el Ing. Gabriel Blanco coincide en que se ha llegado a un punto crítico con demanda “acciones que deben ser urgentes para adaptarte a esos impactos”. Sin embargo, el tema no está en la agenda mundial, los líderes no se comprometen y Argentina se mantiene al margen. Ahora, en vísperas de un balotaje que ofrece miradas discrepantes: por un lado el negacionismo del cambio climático y por otro un registro de ciertas problemáticas ambientales sin que medien cambios sustentables.

“Los líderes siguen mirando para el costado, sin atender el tema” mientras aflora una sucesión de “impactos y eventos climáticos extremos de todo tipo. Olas de calor en Europa, sequías, lluvia, huracanes. Fenómenos con mayor frecuencia y mayor virulencia, a una velocidad mayor porque hay proceso de realimentación del cambio climático”, observa el especialista de la FIO.

 

A toda velocidad

 

¿Qué implica el planeta en ebullición global? ¿Qué fue lo se agravó para cambiar de estadío? ¿Qué fenómenos se verán o ya se evidencian en medio de este “nuevo” escenario? “El término lo lanzó el secretario general de Naciones Unidas y sirve para poner el tema en agenda porque pareciera que los líderes siguen sin atender el tema. Lo que pasó en el verano en el hemisferio norte ha sido tremendo, con eventos climáticos extremos: olas de calor en Europa, sequías, lluvia, temporada de huracanes en el Caribe pero también en el Pacífico, donde no suele ocurrir”, observó Blanco.

Lo que señala el profesional es que “se dan fenómenos con mayor frecuencia y mayor virulencia. Eso se viene pronosticando y no debería sorprender. En el norte y sur de Argentina hay fenómenos de todo tipo: aumento en el nivel del mar, erosión de la costa en Buenos Aires, cambio de hábitats de insectos vectores del dengue en la Provincia. Todo a una velocidad mayor porque hay proceso de realimentación del cambio climático”.

El experto de la FIO observó que, por ejemplo, “la pérdida de masa de hielo hace que la radiación del sol se absorba en el mar y donde había hielo ahora hay agua. Lo mismo pasa en los continentes, cuando se derriten los glaciares”.

¿Qué acciones deberían adoptarse para frenar, atenuar o revertir esta situación? El Ing. Gabriel Blanco indicó que deben impulsarse “acciones para adaptarte a esos impactos” como sucedió en Mendoza y Cuyo donde “llevan años de problemas con el agua, con precipitaciones cada vez menores” y eso los obligó a “gestionar el agua de otra manera, racionarla para hacer un mejor uso”.

Asimismo, es determinante abordar las causas que generan las emisiones contaminantes para revertir la actual situación. “Ahí surge el uso de petróleo y gas natural como combustibles para el transporte, vivienda e industria. Hay que empezar a sustituir aunque sea muy difícil. Pero no se ve esa voluntad de reducir emisiones a nivel tecnológico y consumir menos petróleo o gas con reemplazo por renovables”, analizó Blanco.

El contexto es adverso. “No se ve voluntad de hacer transformaciones. El uso de petróleo y gas natural a nivel global y en Argentina para producir bienes y servicios es el corazón de la problemática. Otra gran causa es cómo usamos suelo para ganadería y agricultura con la consecuente deforestación de bosques nativos”, expuso el referente de la FIO.

Hay que repensar “cómo producir energía, cómo producir alimentos y qué hacer con los bosques y la tierra. Algunas son en lo inmediato, otras llevarán más tiempo o requerirán de cambios culturales”, reconoció el ingeniero.


Campaña del negacionismo

Se llega a este escenario por compromisos no asumidos, ¿qué hace pensar que ahora habría una respuesta por parte de quienes son los principales responsables? El Acuerdo de París en 2015 en la ONU no estableció ningún compromiso concreto y aunque más tarde los países se hayan comprometido voluntariamente “es insuficiente. China e India dicen 'no nos molesten, nos tenemos que desarrollar'. Parece que importa poco. Es lo que se escucha de los grandes líderes”, indicó Blanco.

En Argentina “lo que hace en materia energética y de producción de alimentos es cuestionable. Argentina está sufriendo impactos tremendos y los líderes políticos e industriales no toman nota”, lamentó el especialista.

En medio de un proceso electoral y de cara al balotaje del 19 de noviembre hace hincapié en “los negacionismos explícitos pero también implícitos, al instalar un nuevo gasoducto con una vida útil de 80 años cuando había alternativas”.

El rol de la universidad

 

En cuanto al sistema científico tecnológico, más “especializado y disciplinar”, el experto evidencia que “no está pudiendo aportar soluciones a problemas complejos como el cambio climático que es multidisciplinario” y “la academia tiene que revisar las formas en que encara la enseñanza-aprendizaje”.

“La FIO no escapa a lo que pasa en Argentina y en el mundo. Desde la academia hay que brindar soluciones más integrales, más holísticas. Hay líneas de trabajo en temas específicos pero se podría hacer mucho más”, aseveró el Ing. Blanco.

Su preocupación es que el tema no está en la agenda pública ni en la discusión político-económica. “No se habla de las causas de los eventos climáticos que estamos viviendo y hasta se inaugura un nuevo gasoducto cuyo combustible que va a transportar es el culpable de la sequía que sufrimos y nos costó varios miles de millones de dólares. Es un poco esquizofrénico. La solución no es individual sino en conjunto de la sociedad pero estamos discutiendo todavía cosas muy chiquititas como para estar pensando en discusiones que nos lleven a soluciones compartidas”.

Finalmente, hizo eje en la Argentina que viene, indicando que los dos espacios que llegan al balotaje plantean miradas divergentes. “Uno es negacionista y no resiste análisis”, dijo refiriéndose al candidato de la oposición. La otra propuesta, encabezada por el oficialismo “parece tener un entendimiento un poquito mayor de las problemáticas socioambientales pero las políticas y las acciones no van en un sentido de resolverlas o mitigarlas”. No obstante, en el fondo aflora “la esperanza de que haya gente que sí conoce de la temática y pueda tener fuerza” para impulsar la agenda verde que demanda un planeta en ebullición global.

 

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