Hubo análisis, cálculo, cruce de datos, información, debate y un intenso trabajo en equipo. Eso explica porqué todos abrazan la maqueta donde se proyecta una vivienda que se ilumina a partir del sol. Lo hicieron en el aula pero con aprendizajes que transcienden la escuela. Cursan el 3º año de Industrial y cuentan cómo cada uno es capaz de generar otras energías en busca de un mundo mejor.
“Lo vimos interesante para concientizar y hablar bien de la energía, dado que es muy importante para el mundo esto de dejar de usar energía basura y poder utilizar las renovables”, plantea Claudio, mientras observa con orgullo la maqueta de esa casa que se ilumina a través de un panel solar.
Hicieron un croquis, calcularon las medidas, probaron las conexiones y definieron que tendría planta alta y hasta un jardín con flores. Hubo investigación, debate sobre qué energía sería la más conveniente, cuántos voltios debían cubrir y qué capacidad tendrían para almacenar puñados de sol y así responder a la demanda diaria.
“Si colocás una batería ahí podemos utilizar la energía convencional y la renovable. Son 5 voltios. Cada foco es de 1 Amper y el panel es de 5 amperes, por lo que tenemos que generar corriente continua para que no se quemen. Conectando los 5 focos seguidos provocamos que el panel no los queme”, explica Rubén, uno de los 15 alumnos de 3º año de la Escuela de Educación Técnica Nº 2 (ex Industrial), con tono de experto.
El panel recibe la energía fotovoltaica y la transmite a la casa. “Si se deja un cable conectado a la red de electricidad y supongamos que el panel no llega a abastecer de energía tendremos el apoyo de la convencional para que el sistema sea utilizado con normalidad”, aclara Martín.
“Sería muy beneficioso en la ciudad pero también le serviría a la gente de campo, que tiene que usar generadores”, ejemplifica Patricio, convencido de que es posible y hasta necesario generar la transición energética.
Pero es Martín el que reconoce, sin dudar, que “yo lo haría en mi casa, lo aplicaría, con varios paneles. Me parece que es una forma de ahorrar. La energía convencional genera emisiones contaminantes. Hay que parar y cuidar más lo que se utiliza”.
No obstante, todos coinciden en que “no hay tanta conciencia” y que “falta un empujón para que esto cambie” pero “hay muchos intereses y es más barato el combustible fósil”.
¿Si les interesaría seguir con el proyecto? “Sí, claro que sí” responden a coro y con ideas de alto vuelo. “Podríamos hacer una planta solar con varios paneles de otro tamaño”, desafian.
“A mí me gustaría hacer, como hicieron en la Facultad de Ingeniería, el auto solar. Lo vi en el proceso y me gustó. Podríamos asociarnos con gente de mecánica o de otros talleres para ayudarnos y entre todos hacer un buen proyecto”, exponen con entusiasmo y ganas de seguir proyectando.
“Quedo muy linda, con la ayuda de la profe”, plantea Claudio sobre el final y a horas de ser evaluado de manera colectiva, ante la mirada de sus docentes y compañeros.
“Nos sentimos muy orgullosos. Lo hicimos en grupo, nos ayudamos y lo hicimos nosotros, que es lo más importante. La meta personal esta, lo hicimos y es un orgullo. Ese es el principal premio”, sintetizan.
“Estoy feliz, les veo las caritas y con eso me conformo. Los escucho y es muy gratificante. Misión cumplida”, dice Sara Petrucelli, “la profe” que este miércoles será la encargada de calificar lo que ya de antemano está más que aprobado: trabajo en equipo, compromiso, desarrollo sustentable y ganas de seguir proyectando.
A modo de cierre y en la previa de saber cuánto obtendrían, del 1 al 10, aseguran que la iniciativa “nos pone felices” con la esperanza de que “ojalá logremos algo con este proyecto para concientizar a la gente de que la energía solar puede revolucionar al mundo”. Finalmente el premio llegó: ganaron la instancia local y lograron el pase para la competencia de noviembre, que se disputará en Bolívar.